Inundación en Concepción

Han pasado tantos eventos que es difícil dar detalles de cada uno de ellos sin extenderse demasiado. Así que partiré con una nota «breve» sobre la inundación y como me «afectó». Antes de comenzar, debo aclarar que yo no me encontraba en Concepción, sino de gira por el sur con el grupo de teatro de la universidad.

El año 2002 y 2005 hubo desborde de ríos y esteros. A saber, por el lado norte de Concepción pasa el río Andalién y por el sur el río Bío-Bío. Entre medio pasan canales y esteros que desembocan en uno u otro río. El más conocido de la zona donde vivo es el Estero Nonguén, que en verano casi no conduce agua, pero en invierno la situación es distinta, y de cuando en cuando se desborda.

Desde la puerta de mi casa a las 10:00

El martes a las 07:02, mientras dormía (en Ancud), recibí la primera llamada de alarma de Tatiana, para indicarme que el estero se había desbordado y el agua estaba llegando al pasaje donde vivimos. Llamadas de una lado a otro, despertando a amigos y solicitando ayuda. La idea era poder subir lo máximo posible al segundo piso. A través de mensajes de teléfono, me envío imágenes para poder informarme de la situación. A las 10:00 am apróximadamente, el agua llegaba al borde de la casa, y ya había entrado a varias casas de otros vecinos.

Desde la puerta de mi casa a las 10:00

En años anteriores fuimos expectadores de las inundaciones, y esta vez fuimos parte de las estadísticas de damnificados. Tatiana se preocupó de salvar la mayor cantidad de objetos posibles. Los muebles grandes que no podían subirse al segundo piso, quedaron apilados sobre una mesa. Quedaron a nivel del piso los muebles de cocina, refrigerador, secadora, lavadora y cocina; pero sí envueltos en plástico. Una vez listo, partió de allí. Alrededor de las 16:00 horas, volvió a la casa, junto a Marcelo y Francisco. El agua ya había entrado a la casa. La lavadora y la secadora, por su poco peso flotaron y se dieron vuelta.

Los abedules de Collao

Fue entonces que subieron el refrigerador y lo dejaron en un descanso de la escalera. En la noche el agua subió más. Afuera de la casa, subió 95 cms; al interior, 70 cms. Luego de revisar que todo estuviera «en orden», partieron rumbo a la universidad a revisar los equipos de comunicación y servidores. La idea original sólo consistía en apagarlos, para evitar problemas con el suministro eléctrico producto de inundaciones en otros sectores de la universidad (aquellos históricamente propensos a inundarse). Para salir de la casa donde vivo, necesariamente hay que pasar por una pequeña rotonda que se encuentra más bajo que el nivel de la casa, por lo que el agua podía llegar al pecho o al cuello, dependiendo de la estatura.

Los abedules de Collao

Antes de llegar a la universidad comenzaron a encontrarse con las sorpresas. La primera de ellas: el agua estaba pasando por sobre el puente que cruza el Estero Nonguén. De hecho, lo único que se veía del puente eran las barandas laterales. En verano, el agua pasa 3,5 metros bajo el puente. La segunda sorpresa es que el agua había entrado a lugares que nunca antes se habían inundado, como es el edificio de rectoría y el lugar donde se encuentra la Dirección de Informática.

Se perdieron todas las UPS, algunos equipos de comunicaciones (switches ATM, routers menores, etc.). Sin embargo, se logró rescatar la mayor parte de los servidores y los principales equipos de comunicación. El servicio estuvo interrumpido desde el martes a las 18:00 horas y el jueves a las 11:00 horas.

Uno de los problemas con las inundaciones (y eventos similares) es el abandono de las moradas, lo cual atrae a saqueadores por la noche; si es que no hay preocupación por parte de los vecinos por cuidarse mutuamente. Afortunadamente, en el sector no hubo incidentes; salvo algún forcejeo a alguna puerta. El agua siguió subiendo, alcanzado su mayor nivel en la noche del martes.

«Después de la tempestad, ¿la calma?». Una vez que pasa la lluvia, queda el barro, las casas humedecidas y se pueden cuantificar los daños. Mi hermano viajó desde Santiago a acompañar a Tatiana. Más bien, cuidar la casa de noche, ayudar a limpiar y ordenar la casa. Sabía que no era fácil que yo volviera y ayudó en todo lo que pudo. Infinitas gracias.

Vista aérea del sector Collao

Por correo electrónico, principalmente entre los penquistas me imagino, dan vuelta varias fotografías aéreas guardando registro de lo sucedido. En la imagen se puede apreciar donde vivo (1) y donde trabajo (2). Al fondo se ve el río Andalién, y bordeando la universidad (donde hay árboles) se puede ver el Estero Noguén. Varios de los accesos al sector Collao estuvieron cortados el día miércoles y parte del día jueves.

No sólo importa cuánto haya llovido en Concepción, sino también en las hoyas hidrográficas y afluentes que alimentan los ríos y esteros que desembocan en esta zona. Me indicaron que en el sector cordillerano, las precipitaciones bordearon los 400cc entre el lunes y martes, mientras que en Concepción fue entre 120cc y 200cc.

Daños de la inundación en la biblioteca

Uno de los mayores daños sufridos en la universidad fue la biblioteca y hemeroteca. La pérdida se estima entre US$ 750.000 y US$ 1.000.000. Ha sido necesario botar la mayoría del material bibliográfico, que fue inundado por aguas lluvia y aguas servidas. En otras dependencias, hubo equipos nuevos que se habían recibido el día lunes anterior, que aún estaban en sus cajas y que quedaron bajo el agua. Gran parte del personal reemplazó el computador y el escritorio por guantes y cloro; para intentar volver todo a la normalidad el próximo lunes. Difícilmente los seguros involucrado sean capaces de cubrir todas las pérdidas, pero sí las más importantes.

El Rector y el Vicerector de Asuntos Económicos se reunieron ayer martes con la Presidente de la República y el gobierno se comprometió con una asistencia de $ 600.000.000 (poco más de US$ 1.000.000).

En lo personal, gracias a labor de Tatiana, no fueron grandes los daños que sufrimos. Casi nada si lo comparamos con nuestros vecinos que no fueron tan prolijos en proteger sus enseres; y nada, si lo comparamos con aquellos que tienen vivienda de un sólo piso y que no tuvieron oportunidad alguna de salvar sus pertenencias.

El primer piso de la casa se siente húmedo, aunque el piso parezca seco, al apoyar material de papel o cartón, al rato se humedecen. Bajo esa perspectiva, es fácil entender porqué cuando llegué el día sábado a Concepción, Tatiana ya había comenzado a embalar las pertenencias. Ya informamos al arrendador y este fin de semana nos mudaremos a una nueva morada.