Canadá y el papel higiénico

En una de nuestras primeras compras en el supermercado, algo que llamó mi atención fue que todos los papeles higiénicos en el mostrador tenían una textura suave. «País del primer mundo» -pensé- «están tan desarrollados que hasta el papel higiénico más barato es de buena calidad».

En Chile, los comerciales de papel higiénico están orientados a la suavidad, al «comfort», o bien al precio o a la cantidad de metros de papel que trae un rollo. Así tenemos los baratos, que de suavidad no tienen nada. Son tan tiesos que no sólo sirven para limpiarse, sino que también para exfoliación de la piel («sacar los puntos negros» en jerga popular). Y los aún más baratos, que también sirven como lija.

En Canadá, en cambio, son todos suave. Quizás por alguna norma o ley que obliga a cuidar la retaguardia de los canacas. Tal vez tienen la epidermis más delicada. Entonces, ¿cómo se distingue la calidad de un papel respecto del otro?

Pues bien, aquellos de mala calidad se deshacen cuando uno se limpia (ver el comercial). Uno queda con «pelusas». Es como limpiarse con un conejo -si me permiten la analogía-. Si usas papel blanco, es como limpiarse con un conejo blanco, esos de ojos naranjos. Si el papel tiene figuras, es como limpiarse con un conejo con manchas. Así de simple.

Y a decir verdad, no lo había notado hasta que vi el comercial.