¿Trabajo o hobbie?

Varias veces he recibido el comentario, en ocasiones sarcástico, de «trabajólico», por las horas que ocupo normalmente en el computador después de la jornada laboral. Para muchos, incluso le es inconsenbible la idea.

Si se refieren a una persona no es del área de la informática, entonces el hecho de ocupar el computador fuera de su trabajo no provoca ningún de mal comentario, se trata de pasatiempo. Lo mismo no funciona con las personas del área, para ellos simplemente «siguen trabajando», y esto es dicho incluso por algunos informáticos. Luego, da lo mismo si uno llega a probar un programa de audio, a jugar o simplemente leer el diario electrónico; el hecho de usar el mismo instrumento de trabajo es suficiente para ser tildado de «trabajólico». Qué decir si uno usa un notebook durante un viaje, como si fuera mejor viajar aburriéndose.

Según su punto de vista, no hay desconexión con el trabajo por el hecho de utilizar el mismo instrumento. Según mi punto de vista, la mayoría de quienes emiten dichos comentarios no trabajan en lo que les gusta. Pienso que estudiaron lo que les pareció una buena carrera y consiguieron un trabajo para ganar dinero y poder vivir; pero no disfrutan lo que hacen.

Eso también se ve en los estudiantes que no tienen pasión por lo que estudian, que se dedican a estudiar para aprobar un exámen, pero no por el anhelo de aprender, aquellos que marcan el paso.

En mi caso, estudié lo que yo consideraba un hobbie (aunque pasaron muchos años después para tener mi propio computador). Y por lo tanto, trabajo en lo que me gusta. Sin embargo, en el trabajo uno debe cumplir ciertas tareas y objetivos, por lo tanto, la entretención mayor comienza cuando uno llega a la casa.

A mí me relaja programar cuando lo hago por diversión. Tal vez no sea un gran programador, pero sé programar. Y conozco muy pocos casos de personas que no sepan programar relativamente bien, en que no les guste hacerlo cuando tienen un buen problema al frente (claro que dejando de lado a aquellos que les toca el fastidio de programar porquerías).