El domingo 5 de marzo fue la cicletada Hualqui-Quilacoya-Hualqui organizada por EcoAcciónNo tenía muchas ganas de ir. Más bien no quería ir. El hecho de pensar levantarse temprano el domingo ya era un impedimento mental, incluso despetando temprano. Primero me llamaron por teléfono temprano para despertarme y avisarme que iban en camino a la casa a buscarme (para asegurarse que no me echara para atrás); luego se activó la alarma de la casa de un vecino, que acabó con cualquier intención de seguir durmiendo.
Intentaron venderme la idea que el camino era plano, cosa que no creí. Por algo era cicletada con premios y tal. Y años atrás había recorrido esos lados en motocicleta.
Gracias a Tatiana, la bicicleta estaba dispuesta para hacerle «mantención» (mientras llegaban). Hace más de un mes que no me subía a la bicicleta y hoy eran 29 kilómetros los que esperaban ser recorridos.
A pesar de ser la primera cicletada/competencia que participo, lo mío fue ciclismo-turismo. Así fue como fui mirando el paisaje, sacando fotos y grabando pequeños videos con la cámara del teléfono. Y era claro, con mi pinta de paisano de paseo, era nada frente a los piernas-lampiñas-brillantes-con-tenida-ad-hoc con sus bicicletas más ligeras. Bueno, así ibamos clasificando a los «Pro» (de profesionales) y los simples entusiastas. Espero que no suene despectivo, porque no tiene esa intención; simplemente ubicarme correctamente en la pirámide.
Finalmente, y metros antes de llegar a Hualqi, sentí el motor de una camioneta que iba lentamente detrás mío. Al mirar atrás me dí cuenta que era el vehículo que cerraba la caravana. Aquel que lleva a los que quedaron rezagados (por cansancio o por algún desperfecto/accidente en la ruta). También aquel que indica que era el último.
Sin embargo, fue bueno ver la camioneta. Porque llevaba un buen trayecto sin ver a nadie, ni para adelante, ni para atrás. Creía que haber llevado el teléfono celular fue una buena idea; no sólo por las fotos, sino también porque en caso de haber errado en el camino, podría llamar para que me fueran a buscar en cuanto llegara a un pueblo. Ver la camioneta era símbolo que iba en el camino correcto. Como lastre, pero correcto.
Puedo decir, orgullosamente (si algo queda), que llegue en bicicleta y no en la camioneta. Y en el pueblo, mientras andaba, me tomé una fotografía con ellos. Ni luzco cansado :-) Y el humor nunca lo perdí: en uno de los «controles» pregunté a cuantos minutos iba del primero :-). Llegué después de 2 horas con y 26 minutos.
En Flickr se encuentran disponibles Más fotografías (tomadas con la cámara del teléfono)