Antes de llegar a Victoria, Canadá, pensé que bajaría de peso debido al incremento en el costo de la vida. Pero no. Me ocurrió el efecto contrario. Aunque la comida sea más cara.
En la primeras dos semanas subí de peso. Me atrevería decir que incluso después de la primera semana tenía unos pícaros kilitos extras acompañando al resto de los músculos ya en reposo. No se cuanto, no tenía báscula, pero sentía que así había sido.
Bueno, la primera semana vagamos entre hotel y casa de amigos, por lo que comíamos afuera. Así que una rica dieta en base a Tim Hortons y comida rápida contribuyeron al aumento de la masa. Y el chocolante caliente del Tim Hortons es adictivo. Y el sandwich de huevo con lechuga, y... mejor no sigo.
Para mi tranquilidad, Jessica -una de las profesoras canacas- contó en algún momento que todos los amigos que conocía y que se habían mudado a Canadá, subían de peso antes de normalizar su dieta. Mal de muchos, consuelo de tontos dice el refrán, pero lo cierto es que no me sentía un caso aislado luego de oírlo.
Lo curioso fue ver una golondrina con sobrepeso, más bien, obesa. En una caja nido (también conocida como pajarera), una cría de golondrina engordó tanto que, llegado el momento, no fue capaz de salir a volar. No es que no haya podido volar, sino que no podía salir por el agujero de la pajarera (ver la foto). O se comía el alimento de sus hermanos o se alimentaban con comida rápida.
Golondrina obesa, cerca de Arbutus
Llegado el momento de emigrar, la madre (asumo que es la madre) que los alimenta les muestra cebo, pero no se los entrega. Los pajarracos intentan alcanzarlo, se tienen que lanzar y luego ya vuelan. En el caso del muñeco de la foto, no pudo salir. La bandada ya se marchaba, y la madre seguía insistiendo. Así por unos días. Debe haberle dicho -píando, claro está- «viejo, si no adelgazas no puedes ir al sur». Y no es que vayan a la vuelta de la esquina. Vuelan hasta Chile y Argentina. Tienen que llegar para fiestas patrias, en septiembre.
No sé que habrá pasado finalmente. Sin nadie que lo alimente, necesariamente tendría que bajar de peso, aunque perdería el bus. Pero igual le encargué: «si logras salir, no olvides llevar saludos a mi tierra natal».