Impresiones del Encuentro Linux: primera parte

En el plano personal, los dos primeros días no fueron de los mejores. Principalmente porque sentí que no eramos tratados como personas. Dos veces rechazaron mi entrada a una charla. La primera plausible, dado que no tenía mi credencial, pero había gente de la organización que me ubicada, pero no se manifestaron. Volví a buscar mi credencial y pude pasar.

La segunda fue desagradable, porque se me prohibió entrar aduciendo que la sala estaba llena, pero no avanzamos ni 10 metros para ver que otra persona pasaba sin problemas.

Mi impresión es que todo resultara como lo programado y fuera grato tanto para los expositores (que no faltase nada) como para los asistentes (que las charlas comenzaran/terminaran a tiempo y fueran de buena calidad). Al parecer algunas personas tomaron demasiada literal las instrucciones y no aplicaron en ningún momento «criterio» y olvidaron (en mi caso) que:

  • Soy una persona adulta;

  • He participado en otros congresos;

  • Había asistido el año anterior y ya conocía la universidad;

  • Conocía la ciudad;

  • La universidad no es grande como para perderse

El jueves, cada vez que salía de la sala de expositores debía decir para donde iba. Al final del día, cuando ya debíamos irnos al hotel, estaba en amena conversación y terminando de bajar mi correo, fue molesto recibir un reclamo del tipo: «ustedes siempre al último» en un tono autoritario. ¿Cómo tan grave? Al final, decidí no ir con el grupo e irme con los locales en micro (para escuchar de lejos un «ya no aguanto a los de Concepción»).

De los tres años que organizamos el Encuentro Linux en Concepción no recuerdo que alguien haya tratado así a un expositor ni a un asistente.

Destaco si el trato de Juan Cataldo, Mauricio Vergara y Andrés Pavéz; que fue muy buena. Del resto, simplemente los esquivé durante el evento. El segundo día no me aparecí en la sala de expositores sólo hasta el final del día y así evitar malos ratos; además que pude conocer y conversar con más asistentes. El tercer día fue todo más relajado y fui un par de veces a la sala de expositores.

Esos fueron los detalles más importantes. Hubo otros. Estoy conciente que el resto de los expositores no tuvo los mismos inconvenientes que yo; y por eso esta es mi impresión personal. Si hago un balance general, fue positivo... aunque hubiera preferido ser asistente en vez de expositor; hubiera sido tratado como la gente.