He tenido una semana que se ha dividido entre resolver algunos problemas que demandan tiempo; y, otros que requieren la mente despejada, donde en algunas de las cuales he quedado estancado. Dejé de asistir a una reunión, y esa hora que tuve de tranquilidad me sirvió para finalizar varias tareas pendientes, que si bien eran cortas requerían algunos minutos de tranquilidad para terminarlas.
Hoy me siento más relajado y las ideas fluyen. He decidido darme un tiempo y responder los correos que he dejado pendientes (555). Dudo que los pueda responder todos, pero al menos pretendo disminuir la cantidad, que ha ido en incremento.
En el camino me he encontrado con invitaciones a exponer a congresos, institutos y universidades hace ya un año o un año y medio atrás. Eso está mal. Y en el Encuentro Linux en una de mis presentaciones me lo reclamaron (de buenas formas, eso sí). No es mala voluntad, sino que a veces con la premura del tiempo uno piensa para sí: «este correo merece más tiempo, lo responderé más tarde»; luego se acumulan. A veces uno lo pasa por alto, especialmente cuando uno no ha leído el correo en un par de semanas.
Está mal, porque hace 10 años los respondía todos tan rápido como podía. Y así solía ser con todos los internautas, por conocido o desconocido que fueran.
Si me enviaste un correo que no haya respondido y aún te interesa la respuesta, envíame un mensaje; así puedo priorizar las respuestas.